martes, 25 de julio de 2017

El retorno del icono


Escribe Manuel Huanqui Hurtado

La aventura del hombre que se inicia en la cueva prehistórica hace más de 100,000 años, cronologías calculadas con métodos radioactivos que no admiten duda  de su devenir, y están certificados por las evidencias materiales escrutadas con el rigor científico que se precisa, basados en estos elementos diagnósticos irrefutables tenemos que admitir que quienes nos precedieron nos legaron valiosas referencias que constituyen hitos con los que se está configurando  el espectro cultural de la más verídica y transparente aventura de cada etnia y su trascendencia en todo el decurso del tiempo.

Los sondeos realizados certifican  que el escenario donde empieza  esta iniciativa del hombre fue en el centro del África, debido a que era el único meridiano que le ofrecía un aparente refugio para su sobrevivencia porque el resto del planeta estaba cubierto de hielo, debido a que nuestra tierra soportaba la era de las glaciaciones, superado este difícil trance inicia su periplo por todos los continentes que estaban en su entorno, y es en estas circunstancias va adquiriendo por especial sinergia de la ecología y la orografía que incidirá en su perfil e irá  configurando el ensamblaje de la escultura humana que ostenta cada etnia y que fue determinante para definir sus características que tipifican el espectro de su genoma social que identifica plenamente a cada conglomerado humano.

Pero, la primera actitud de trascendental importancia que asumen nuestros ancestros, fue concebir un medio de comunicación,  y que en los albores de la civilización  se expresaban con gestos y exclamaciones de temor o satisfacción que dio origen al lenguaje hablado, pero, para perennizar en la memoria colectiva todas sus vivencias y  experiencias recurrieron  al ícono donde se advierte líneas, trazos, rasgos, a los que les adosaron color, proporción, movimiento, orientación, como lo certifican los grandes murales e íconos de la antigüedad.

Con el correr del tiempo, cada etnia en complicidad con su espectro cultural, que  resume su cosmovisión y sincretismo dio origen al idioma, y sus primeras manifestaciones artísticas y  de acuerdo a los  sondeos efectuados por eminentes estudiosos han codificado cerca de 800 idiomas y más de 3,200 dialectos muchas de estas expresiones han  desaparecido.

Pero, increíblemente las culturas matrices de la humanidad para comunicarse con contundencia y evitar incongruencias y falsas conjeturas, y erradas interpretaciones recurrieron al icono porque ostenta más contexto y contundencia, habiendo soportado  los embates naturales, y la irreverencia de los grupos étnicos insuflados de extremada xenofobia y  presumiblemente dotados de un  aparente complejo de superioridad y los consideraron a nuestros predecesores y sus primeras manifestaciones gráficas como primitivas, atávicas y hasta folklóricas.

Gracias a la permanente inquietud del hombre en escrutar nuestros orígenes,  que felizmente ya se está develando gran parte de la escritura  jeroglífica concebida por los árabes y los del oriente, sin dejar de mencionar la omisión de la iconografía de nuestras culturas matrices de América, en especial el Perú de milenaria data, que recién empieza a escrutarse con criterio científico el mensaje gráfico que nos legaron, en complicidad y con al apoyo de la tecnología de punta que cuenta con ordenadores de última generación, pero, tenemos que admitir que los nuestros  ostentan  infinidad de íconos aún no develados.

De todo lo estudiado he llegado al convencimiento que Egipto sin temor a  equivocarme es el crisol de todo lo concebido  y que constituye la herencia gráfica  de la humanidad, por haberse rescatado  de sus entornos el mayor número de evidencias en el campo de la arquitectura, escultura, pintura y el referido a los sentimientos religiosos que han influido  decididamente en todo el oriente y parte de Occidente.

Nosotros en América, en especial en el Perú, cuna del Gran Tahuantinsuyo, donde se han concretado  las expresiones más emblemáticas del espectro cultural de esta parte del continente y que recién se está develando tan sólo parte de los  portentosos perfiles arquitectónicos, cuyas técnicas que se utilizaron para concretar sus inquietudes están representadas por monolíticas estructuras aún no escrutadas  plenamente, y también tenemos que admitir que gran parte de nuestra iconografía de variada policromía, a la que le han imprimido líneas con curvaturas definidas que sugieren movimiento, que le han adosado proporciones matemáticamente concebidas de variadas direcciones para sugerir movimiento a la grafías que nos legaron, donde al interpretarlos nos traduce con especial contexto el mensaje plasmado, donde se advierte los matices del arco iris que ostenta armonía increíble que complementa el espectro que resume su cosmovisión y su intimidad  cultural  y étnica, con singular sincretismo, pero, al haberse roto el nexo que nos unía con nuestros ancestros como consecuencia de la brutal conquista de la cual fuimos víctima y que la soportamos estoicamente, desde ese entonces fuimos presa de la más extremada incertidumbre y desconcierto, que fue la semilla de la ignorancia  y haber permitido y aceptado la más inaceptable y extremada discriminación por parte de propios y extraños, y que aún nos impide traducir su auténtico mensaje, y ante nuestra impotencia tenemos que admitir las antojadizas interpretaciones, sesgadas y ambiguas, que han incidido en forma determinante en nuestra disgregación y la perdida de nuestra identidad.

Ante la confusión, la incomunicación y la paranoia que vive la humanidad en el Siglo XXI, y ante la relatividad del tiempo en  la que estamos inmersos, y ante el avance incontenible de la ciencia, el mundo científico para eliminar tiempo y distancia para comunicarse precisa del ícono, por su sincretismo que ostenta mayor contexto que la palabra, que en algunas circunstancias se muestra imprecisa, y que los antiguos peruanos manejaron con mucha propiedad, y que  por un fatuo egoísmo  y por un inconsistente complejo de superioridad, no se le dio la cobertura que ostentaba y ostenta,  ni mucho menos se valoró el mensaje y la intención del que está premunido, debido a que los símbolos e íconos que  nos legaron fueron concebidos premeditadamente a los que les  adosaron especial sinergia.

Nuestros museos y galerías de arte están repletos de infinidad de paneles con abundante iconografía. Eso lo podemos admirar en los vistosos mantos de Paracas, y para darle vuelo a su imaginación le adosaron plumas, y también recurrieron al barro para darle forma estética que contiene mensaje inédito, lo endurecieron recurriendo al fuego para perennizar el espectro de su fenotipo que resume su cosmovisión a la que le imprimieron formas definidas donde se trasluce nítidamente el movimiento y gracias a su intuición lograron plasmar iconos con hondo misticismo étnico y telúrico.

Ahora gracias a la sinergia desplegada por los más prominentes exégetas del arte, obcecados ingenieros de sistemas, están conjugando y sincronizando estas referencias y se está tratando de develar este enigma que durante miles de años mantenían su mensaje contenido.

Los testimonios materiales de los manifestado están perennizados en ceramios Nazca, Chiribaya y los murales plasmados en las paredes de las ciudades de la costa norte, donde se advierte nítidamente las características de nuestro biotipo, fenotipo y genotipo que definen la etnia y nos refieren científicamente de donde provenimos y cual han sido nuestro origen genético.

Lo manifestado nos invita a argüir, que todo lo que admiramos que es el resultado de la destreza de las manos prodigiosas de nuestros ancestros que no sólo es arte, sino que también es ciencia  que contiene mensaje de especial cobertura.

Desde los inicios de la aventura del hombre, se han advertido cambios de orden cualitativo y cuantitativo, y que todas las generaciones deben tomar conciencia de estos gestos; de las señales de humo hemos derivado a la vía satélite que trasmite el mensaje eliminando tiempo y distancia, de la cueva prehistórica al hotel de siete estrellas, de la imaginación al video, de la telepatía al teléfono celular, del tatuaje al maquillaje, de la magia a la ciencia, etc., etc.

Pero, la comunicación entre los  pueblos en estos instantes constituye el aspecto más determinante del mundo en que vivimos, y la UNESCO nos proporciona cifras reveladores y arguye que de los más de 7,000 millones de seres que habitamos el planeta, 6,000 millones  tienen un teléfono celular en el bolsillo, y que es su configuración predomina el icono.

Y quienes manejan los medios de comunicación con especial contexto y sincretismo, para enviar sus mensajes recurren y le adosan el ícono, y hoy son los que dominan el mundo, esto lo constatamos al advertir que hay niños que no saben leer, pero captan el mensaje gracias al ícono y les permite ampliar su imaginación a horizontes nunca intuidos.

La cobertura del tiempo cada día se reduce aparentemente, pero, es impostergable ante el avance del ciber-mundo en el que estamos inmersos, tomar las precauciones debidas y que algunos grupos étnicos se han dedicado a codificar todo lo intuido y concebido por el hombre con  excepcional sincretismo y que está plasmado en el ícono, y como precaución ante lo imprevisto, ya tenemos el referente ocurrido con el incendio casual o intencional de la biblioteca de Alejandría que convirtió en cenizas parte del conocimiento más emblemático del oriente y a esto se suma la incontenible depredación de la iconografía de la cultura Andina, que muy a pesar nuestro los estudiosos del pasado más inciden en la forma que en el fondo de la Arqueología, ciencia que tiene mayor autoridad para interpretar el pasado de los grupos étnicos que han vivido antes de ahora.

En este trance virtual en que vivimos, y al haberse aparentemente empequeñecido el mundo, y que tan sólo en horas se puede unir continentes de diversos pigmentos e idiomas, y que no que se precisa manejar muchas lenguas o ser un eminente poliglota para comunicarse con otros grupos étnicos, recién para muchos ahora cobra inusitada vigencia el ícono, por su contundencia, contexto y elocuencia.

El arco iris que inspiro a los antiguos peruanos la bandera del Tahuantinsuyo, que ahora irreverentemente se la está usando con otros fines, ha inspirado a cada país del más del centenar de repúblicas que aparentemente conviven en el mundo en que vivimos, arrancarle parte de su policromía, y artísticamente dispuestos y con proporciones y orientaciones definidas, a la que le han adosado, con excepcional sincretismo un escudo, que representa a toda una nación, cada hombre que vive en el planeta tierra cada vez que contempla una bandera cualquiera que sea, en una abstracción sin precedentes, sabe que se trata de un país, y sin necesidad  de  recurrir a la enciclopedia más actualizada, esos colores y proporciones nos  refieren de las características de las etnias que lo habitan, de su biotipo, genotipo, fenotipo, del idioma que hablan, de los aspectos más emblemáticos que definen su identidad, pero, si hubieran países que eligieron los mismos colores, la disposición de éstos y la proporción define su tipificación, como ocurre con las  banderas de Perú y Canadá,  lo mismo ocurre con las marcas de vehículos, y así podemos seguir enumerando infinidad iconos que representan un rubro determinado.

Tan contundente es el mensaje y contexto que ostenta el ícono, que para interpretarlo no se precisa de elevado presupuesto de erudición, tan sólo uno recurre al sentido común que es el más común de los sentidos para interpretarlo.

Cada día que transcurre se amplía  el horizonte del conocimiento y otros aspectos afines del entorno social, pero, paradójicamente cuando más se descubre, aún queda mucho más por develar, y para este desafió ya  está preparado el hombre, que es la computadora más perfecta y la más ultrasensible que está  representado por su cerebro, que por especial intuición va implementando el vocabulario técnico para el Siglo XXI.

Ahora se conocen las distancias  del universo,  que antes  no se pudo llegar ni con la imaginación, también se sabe de temperaturas que sólo de pensar en los grados que ostentan nos humea el cerebro, esto ha determinado saber que existen tiempos astronómicos que se miden por millones de años luz, también existen tiempos geológicos, para calcular la edad de los planetas, como es el caso concreto de la edad de la tierra y que se mide por eras geológicas de 4.600 millones de años de edad, y que el hombre aparece en la era cuaternaria.

También existe el tiempo arqueológico, que define  su decurso en miles de años, y el tiempo histórico que para clasificar la secuencia de los hechos recurre a los siglos, cuya cobertura es brevísima, pero, ha sido determinante en los dos últimos siglos.
Inclusive para definir la composición de la tierra y los elementos que la componen, está expresada en íconos que tipifican sus características recurriendo a letras y números.

Gracias al ícono, prescindiendo de cualquier otra forma de expresión, se está implementando el nuevo mapamundi en el cual estarán consignadas las características más emblemáticas que identifican a cada país, o grupo étnico, donde los más determinante es el biotipo, fenotipo, y genotipo, que define el genoma social, que es el sustento de la etnia, pueblo, nación, república, etc., etc., y lo que identifica a todo ese conglomerado humano es su bandera y escudo, que en un sincretismo sin precedentes es el más representativo.

El ícono desde épocas pretéritas ostenta singular relevancia, y gracias a este aporte se han comunicado los pueblos de todas las generaciones y pigmentos, pero, lamentablemente con la imposición de los símbolos e íconos de los vencedores que no ostentaban ni ostentan el contexto que se precisaba, y muy a pesar nuestro muchos de estos mensaje no han sido develados plenamente, se rompió el nexo con el pasado, y que recién estamos advirtiendo sus funestas consecuencias.

Recurramos urgentemente a la intuición y la inteligencia de la nueva generación para codificar todos los íconos concebidos por los que nos han precedido, y recurriendo a la sinergia de los más emblemáticos cerebros clarividentes de la nueva y vieja data, convocarlos a un encuentro para sincronizar el mensaje de los íconos de ayer y hoy, para que puedan tratar de develar la vigencia de lo plasmado  y perennizado en los mantos Paracas, ceramios Nazca, y Chiribaya, y recuperar técnicamente parte de la biblioteca más grande del sur del Perú, que está ubicada en pueblo de Chuquibamba, anexo de Kupara que están abandonados, donde existen aún rociados en todos los entornos lajas de piedra especialmente concebidas y decantadas, y tabletas de arcilla confeccionadas con un largo y ancho funcionales y de una superficie prudente, y allí nos legaron todo el contexto de nuestra cosmovisión, y que ante la insensibilidad de las autoridades se depreda, se destruye, se profana lo más significado de nuestro pasado, semejando este acto, guardando las distancias y  proporciones a lo que hace siglos ocurrió con los códices Mayas.

A estas lajas primorosamente pintadas, les adosaban en sus entierros junto al fardo funerario, esta actitud la colegimos, que ya desde épocas pretéritas cada miembro de la etnia estaba plenamente identificado, y todo ese universo de  vivencias estaba resumido en el ícono plasmado en la laja o tableta de arcilla,  que lo colocaban junto al muerto que lo ubicaron en posición de cuclillas, que contenía toda una leyenda donde estaba graficado el mensaje, representado por el color y los matices especialmente dispuestos, su ubicación, orientación y proporción de las líneas, y para rubricar su oficio acompañaban con instrumentos,  herramientas, utensilios y semillas, para que sus habilidades lo acompañe en la noche de los tiempos, y esté presente y conserve su  destreza que en vida ostentó.

Es urgente convocar  un encuentro internacional de especialistas en iconografía de ayer y hoy, en Chuquibamba, para sincronizar criterios de experiencias y vivencias, estamos seguros que los primeros en asistir a este conclave serán los del oriente que tienen mucha afinidad con nuestras formas de comunicación, para ir proyectando la forma o medio de comunicación del Siglo XXI, que precisa  urgentemente  de un medio  de comunicación premunido de especial sincretismo y contundencia. Así sea.


No hay comentarios:

Publicar un comentario