jueves, 9 de marzo de 2017

Autoridad sin autoridad


Dr. Manuel Huanqui Hurtado

De un tiempo a esta parte la palabra autoridad va perdiendo vigencia, el diccionario de la lengua castellana la define como adjetivo y una de sus opciones nos ofrece el siguiente significado: Prestigio, que se reconoce a una persona por sus conocimientos y cualidades.

Desde los albores de la civilización los diferentes grupos étnicos que concibieron sus manifestaciones culturales, su única preocupación para sobrevivir, era elegir, seleccionar, ubicar a personajes que reúnan especiales atributos, para encomendarles la conducción del grupo, para lograr el éxito requerido.

Como resultado de los estudios realizados por eminentes escrutadores de la historia, coligen que el segmento del pasado conocido como prehistórico.

Fue precisamente donde el hombre desplegó para sobrevivir todas sus habilidades e inquietudes sin ningún egoísmo.

Este superdotado del pasado, que ostentaban especial intuición, codificaba las habilidades, predisposiciones, voluntades, imaginación, inteligencia, destreza, etc. De todos los de su entorno y a cada uno le encomendaba tareas definidas, pero con la seguridad y el convencimiento de que iba a tener excelentes resultados, con lo que está demostrado que en esos trances no había cupo para la improvisación.

Previa ceremonia mágico religiosa, en el epicentro sagrado que constituía la cueva donde el personaje central en una sesión de permanente persuasión y sugestión, escogía a los que eran imprescindibles para cada tarea, el más veloz y físicamente superdotado, era el elegido a perseguir al animal herido hasta atraparlo, de no lograr ese objetivo el grupo probablemente se moría de hambre.

El que ostentaba envidiable destreza en las manos, que muy hábilmente lo intuido por su cerebro lo concretaba manufacturando artefactos, utensilios, herramientas, armas era el que abastecía al grupo de lo imprescindible.

Otro miembro seleccionado por el chamán era el personaje al que le descubría especial disposición y habilidad para el arte, es el que recurría a ocres, óxidos y a animales que ostentaban variados pigmentos, con los que plasmaba en las paredes de las cavernas, trazos magistrales, representando escenas de caza, que los historiadores del arte las ungen como las sixtinas del paleolítico, pero su concepción, obedecía a un ceremonial mágico religioso de hondo sentimiento mítico, ligado a su intimidad étnica, en estas circunstancias se explotaba en sumo grado el poder de sugestión, que hoy lo desperdiciamos, el otro personaje escogido era el que representaba la memoria colectiva del grupo, conocía las causas y efectos que precipitaba el advenimiento de algún evento cósmico o telúrico con gran sentido premonitorio, conocía las bondades de los alimentos que eran pocos, pero sabiamente seleccionados, etc., etc.

La mujer secundaba estas ceremonias con mucha suficiencia y así se logró el éxito del cual ahora disfruta la humanidad y que no la sabe disfrutar plenamente.

El hombre del siglo XXI, discrimina la experiencia del pasado, por esta razón vive en permanente estado de frustración, porque no se realiza plenamente, vive huérfano de asesoramiento del chaman, que lo oriente y se descubra para que realmente sirve y en qué momento debe utilizar y desplegar su verdadera vocación, predisposición y no permitir que estos atributos se consuman vanamente y mueran estranguladas en sus manos toda esa destreza y habilidad que ostenta.

La mezquindad en la que vive inmerso el hombre de nuestros días, precipita el increíble desperdicio, derroche, malversación de voluntades e inquietudes, que genera irremediablemente las grandes convulsiones sociales y que muchas veces ni los movimientos sociales o revoluciones de reivindicación son suficientes para devolverle al hombre sus derechos conculcados.

A pesar de que existe un ejército de utópicos, ortodoxos, abyectos, que nos hacen consentir que estamos viviendo en el mejor momento de la historia, donde el hombre cada día aparentemente se supera, porque está plenamente convencido que ya tiene codificadas las evidencias y vivencias de todas las presencias culturales y que su única aspiración es lograr que los grupos étnicos, vivan en comunidad, en armonía, manteniendo su vincules tradicionales, culturales, históricos, lingüísticos, geográficos y por encima de cualquier circunstancia propender a que se respete su intimidad étnica y biológica, aunque para lograrlo se contó con personas que ostentaban autoridad moral y digitaron y concretaron sus habilidades con gran funcionalidad y todo ese universo de logros estuvo al servicio de la comunidad, donde cada uno era una autoridad en la tarea o el oficio, para el cual se había descubierto y así desterraron la improvisación, para no vivir de ya manida política de la resignación y tener que trabajar lo que sea, que ha dado pie, para que surjan una generación de "nuevos vivos", que se ungen como superdotados, se creen que reúnen los atributos para ser autoridades y maquiavélicamente por el azar y el marqueteo, salen elegidos como autoridades con las funestas consecuencias que ustedes las viven.

Hoy por hoy en toda ciudad tugurizada, material y espiritualmente, para tratar de paliar en algo esta angustia colectiva, se redacten, normas, cartas, leyes implementar, instituciones, organismos, tribunales, etc., etc. para posibilitar el respeto irrestricto a la dignidad humana, cualquier sea su credo o pigmento, pero sin temor a equivocarnos, sin. Ningún resultado alentador.

Ahora estamos gobernados por autoridades si autoridad y lo que es inaceptable, es el daño que causan, no solo a ellos mismos, sino a toda la comunidad, que pese a sus reproches es desoída.

Inclusive, hay algunos personajes que lideran el destino de las naciones y que reconocen que son ineptos y que pretenden persuadirnos, sugestionarnos, y piensan que recurriendo a chamanes, brujos, hechiceros y siguiendo algunos designios de los Apus o deidades naturales influyan en dotarles de ciertos poderes, para justificar sus desatinos y en su desesperación sean iluminados.

Nadie podrá, por más buena intención que pretendan ostentar estos personajes con serias limitaciones, dotarles de los atributos de los que si los ostentan.

Por esta razón desde hace más de 500 años, se inicia en América la interminable cadena de improvisados y "vivos", que fungen de autoridades, que conducen a nuestros grupo étnicos a un despeñadero que está generando las convulsiones sociales, comprometiendo la integridad e intimidad étnica de las presencias culturales de mayor connotación de esta parte de América.


Lo inadmisible, es que en este territorio de América en especial el Perú, de milenaria tradición, quienes son autoridades nos representan, están conformados en gran porcentaje, por ojivas étnicas provenientes de otras latitudes que desconocen y no respetan nuestra sapiencia y tradición y no constituyen nuestra auténtica representatividad.

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